Tormentas solares extremas: por qué 2026 será un año crítico
El Sol se despierta: por qué miramos con atención a 2026
Las tormentas solares extremas ya no son solo tema de ciencia ficción.
En 2024 y 2025 el Sol dio varias muestras de fuerza, con erupciones potentes y tormentas geomagnéticas severas que encendieron auroras en latitudes poco habituales y obligaron a emitir alertas oficiales. swpc.noaa.gov+1
Estos eventos están ligados al ciclo solar 25, una oscilación natural de aproximadamente 11 años en la que la actividad del Sol sube y baja.
Según los pronósticos de NOAA y NASA, nos encontramos en torno al máximo del ciclo, y los niveles de actividad elevada se extenderán durante los próximos años, incluyendo 2026. swpc.noaa.gov+1
Aunque nadie puede garantizar la fecha exacta de una supertormenta, los datos indican que 2026 seguirá dentro de la ventana de mayor riesgo, con más manchas solares, llamaradas y eyecciones de masa coronal apuntando hacia la Tierra.

¿Qué es exactamente una tormenta solar extrema?
El Sol libera energía de muchas formas, pero tres fenómenos son clave para entender las tormentas solares extremas:
Llamaradas solares: explosiones de radiación en la superficie del Sol.
Eyecciones de masa coronal (CME): enormes nubes de plasma y campos magnéticos que salen despedidas al espacio.
Tormentas geomagnéticas: la respuesta del campo magnético terrestre cuando una CME lo golpea de frente. swpc.noaa.gov+1
Una tormenta se considera extrema cuando alcanza los niveles más altos de las escalas oficiales (G4–G5 en la escala geomagnética de NOAA).
En esos casos, las corrientes inducidas en la superficie pueden provocar problemas serios en redes eléctricas, oleoductos, cables submarinos y sistemas de navegación. swpc.noaa.gov+1
Lo más visible para el público son las auroras boreales y australes que se extienden mucho más al sur o al norte de lo habitual.
Pero detrás del espectáculo de luces puede haber apagones, fallas de satélites y cortes de comunicación que afectan desde bancos hasta aerolíneas.
Por qué 2026 será un año crítico
Los ciclos solares no se “encienden y apagan” de un día para el otro.
Alrededor del máximo, el Sol puede pasar varios años en un estado de alta actividad, con altibajos pero con un promedio de manchas solares y erupciones muy por encima de lo normal. swpc.noaa.gov+1
Los datos recientes muestran:
Flares de clase X, entre los más poderosos de la escala, registrados en 2025. swpc.noaa.gov+1
Tormentas geomagnéticas G3 y G4 que obligaron a emitir advertencias, con auroras visibles sobre gran parte de Norteamérica y Europa. swpc.noaa.gov+1
Una gran tormenta en noviembre de 2025 con varias CME seguidas que golpearon la Tierra en menos de 48 horas, usada por agencias como la ESA para extraer lecciones sobre resiliencia espacial. esa.int+1
Si el máximo del ciclo 25 se sitúa entre 2024 y 2025, es razonable esperar que 2026 mantenga un nivel de actividad elevado, con meses de calma relativa alternados con periodos de intensa inestabilidad.
Eso convierte a 2026 en un año crítico desde el punto de vista de la preparación: si ocurre una tormenta equivalente al evento de Carrington de 1859, el impacto sobre una civilización digital como la actual sería enorme.
En resumen, 2026 no es el “fin del ciclo”, sino parte de su meseta máxima, y por lo tanto una ventana en la que la probabilidad de tormentas solares extremas sigue siendo significativamente mayor que en años de mínimo solar.
Qué está en riesgo: satélites, redes eléctricas y vida cotidiana
Un evento solar fuerte ya no solo afecta a observatorios astronómicos.
Hoy dependemos de sistemas que son altamente vulnerables al clima espacial:
Satélites de comunicaciones y observación: un aumento brusco de partículas energéticas puede dañar componentes electrónicos, alterar órbitas por mayor rozamiento atmosférico y obligar a maniobras de emergencia. esa.int+1
GPS y navegación: las tormentas geomagnéticas distorsionan la ionosfera, disminuyendo la precisión de sistemas GNSS y afectando desde aviones hasta flotas logísticas. swpc.noaa.gov+1
Redes eléctricas de alta tensión: las corrientes inducidas pueden sobrecargar transformadores, disparar protecciones y, en casos extremos, causar apagones regionales o nacionales. swpc.noaa.gov+1
Comunicaciones de radio de alta frecuencia: fundamentales para aviación, operaciones militares y navegación marítima en regiones remotas, donde los satélites son el único enlace.
Una tormenta moderada puede pasar casi desapercibida para el público, más allá de las fotos de auroras espectaculares.
Pero un evento extremo en 2026 podría dejar fuera de servicio satélites clave, interrumpir transacciones financieras, afectar sistemas de posicionamiento usados en agricultura de precisión y paralizar infraestructuras críticas durante horas o días.
Por eso, gobiernos y empresas de sectores estratégicos dedican cada vez más recursos a monitorear el Sol en tiempo real a través de centros como el Space Weather Prediction Center (NOAA) o el portal de clima espacial de ESA, que emiten alertas, watches y warnings cuando se espera una tormenta importante. swpc.noaa.gov+2swpc.noaa.gov+2
Ciencia, simulaciones y preparación global para 2026
En los últimos años, las agencias espaciales han intensificado las simulaciones de tormentas solares catastróficas.
En 2025, por ejemplo, Europa ensayó un escenario de tormenta extrema que dejaba inoperativos los sistemas de comunicación y navegación, para medir la respuesta de satélites y centros de control. ctif.org+1
Este tipo de ejercicios persigue varios objetivos:
Identificar puntos débiles en satélites, redes terrestres y protocolos de emergencia.
Actualizar planes de contingencia para 2026 y años siguientes, cuando el riesgo seguirá elevado.
Impulsar estándares internacionales para compartir datos de clima espacial en tiempo casi real.
A la par, misiones como Solar Orbiter, Parker Solar Probe y el Solar Dynamics Observatory aportan datos de altísima precisión sobre el comportamiento del Sol, permitiendo mejorar modelos de predicción.
Cada nueva erupción fuerte de este ciclo sirve como laboratorio natural para aprender cómo responde la magnetosfera terrestre y qué indicadores anticipan un evento extremo.
Aunque aún no podamos predecir una supertormenta con la misma precisión que un eclipse, los pronósticos han avanzado lo suficiente como para disponer de horas o incluso un par de días de aviso cuando una CME masiva se dirige a la Tierra. swpc.noaa.gov+1

Cómo puede prepararse la sociedad ante un 2026 solarmente intenso
La preparación frente a tormentas solares extremas en 2026 no es exclusiva de científicos y gobiernos.
También hay un rol ciudadano y empresarial clave:
Infraestructuras críticas: compañías eléctricas, operadores de telecomunicaciones y grandes centros de datos pueden reforzar sus planes de contingencia, mejorar la protección de transformadores y diseñar estrategias de operación segura durante tormentas severas.
Sector aeroespacial y aviación: aerolíneas y operadores satelitales ya integran datos de clima espacial en sus decisiones de ruta y maniobra. En 2026, este enfoque será aún más necesario para evitar dosis de radiación innecesarias y pérdidas de enlace.
Gobiernos y protección civil: la inclusión del clima espacial en los planes nacionales de riesgo ayuda a coordinar respuestas rápidas, desde la gestión de apagones hasta la comunicación con la población para evitar pánico.
A nivel individual, aunque no podamos blindar personalmente la red eléctrica, sí podemos:
Tener kits básicos de emergencia (linternas, baterías externas, agua y alimentos no perecederos).
Descargar información crítica para tenerla disponible offline ante un corte prolongado.
Seguir canales oficiales de información sobre clima espacial y no caer en desinformación o alarmismo.
La lección principal es clara: 2026 no debe verse como un año de miedo, sino de preparación inteligente.
El Sol seguirá siendo la misma estrella que nos da vida, pero ahora la humanidad es mucho más dependiente de sistemas electrónicos frágiles.
Convertir el conocimiento científico en políticas públicas, inversión en resiliencia y conciencia ciudadana es la mejor forma de atravesar este periodo de alta actividad solar sin convertirlo en una crisis global.




























