¿Cómo se le ponen los nombres a los huracanes?

¿Cómo se le ponen los nombres a los huracanes?

Los huracanes son fenómenos naturales que generan gran impacto en las regiones donde se forman y tocan tierra. Estos eventos meteorológicos han sido estudiados durante siglos, pero una de las curiosidades más comunes es cómo se les asignan los nombres. Poner nombre a los huracanes no es una decisión improvisada, sino que sigue un procedimiento específico organizado por instituciones internacionales de meteorología. Conocer este proceso ayuda a comprender la importancia de la identificación clara de cada tormenta y su relevancia en la comunicación y la prevención.

El origen de la práctica de nombrar huracanes

Antes del siglo XX, los huracanes eran identificados simplemente por la fecha o el lugar donde ocurrían. Por ejemplo, en el Caribe solían conocerse como “el huracán de San Felipe” o “el huracán de Santa Ana”, dependiendo de la festividad religiosa del día en que azotaba. Este método, aunque sencillo, generaba confusiones, sobre todo cuando varias tormentas ocurrían en la misma época.

Fue en la primera mitad del siglo XX cuando surgió la idea de asignar nombres propios a los huracanes. Inicialmente, algunos meteorólogos y marinos utilizaban nombres femeninos para referirse a las tormentas, basándose en una práctica coloquial. Con el tiempo, y a medida que aumentaba la necesidad de una comunicación precisa, esta costumbre se institucionalizó. A mediados de la década de 1950, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) adoptó oficialmente un sistema estandarizado para designar los nombres de ciclones tropicales en distintas regiones del planeta.

Quién decide los nombres de los huracanes

La Organización Meteorológica Mundial es la entidad que coordina la asignación de nombres. Para cada región del mundo donde se forman ciclones tropicales, existen listas preestablecidas de nombres que se van rotando cada seis años. En el caso del Atlántico, donde se registran huracanes que afectan principalmente al Caribe, América Central, Estados Unidos y partes de Sudamérica, se utilizan seis listas con 21 nombres cada una, ordenados alfabéticamente.

Los nombres se seleccionan de manera que sean fáciles de pronunciar, cortos y culturalmente neutrales. Se incluyen nombres masculinos y femeninos de forma alternada. La finalidad es que la población pueda recordar el nombre con facilidad y evitar confusiones en la comunicación de alertas.

Cada año, cuando comienza la temporada de huracanes, se activa una de estas listas. Si el año siguiente ocurre una nueva temporada, se utiliza la siguiente lista, y así sucesivamente, hasta regresar al inicio tras seis años. Por ejemplo, la lista utilizada en 2020 volverá a usarse en 2026, salvo que alguno de los nombres sea retirado.

Por qué algunos nombres de huracanes se retiran

Existen casos en los que un huracán causa destrucción tan significativa que su nombre se retira permanentemente de la lista. Esto ocurre para evitar que en el futuro se genere confusión o malestar en la población que vivió la catástrofe. Cuando un huracán es devastador, el país afectado puede solicitar a la OMM retirar ese nombre, y la organización lo sustituye por otro similar en cuanto a género e inicial.

Algunos ejemplos son Katrina (2005), que devastó Nueva Orleans, o Mitch (1998), que dejó graves daños en Centroamérica. Estos nombres nunca volverán a usarse en ninguna lista de huracanes. De este modo, el sistema respeta la memoria histórica de los eventos más desastrosos.

En contraste, huracanes de menor impacto cuyos nombres no generan un recuerdo traumático pueden repetirse sin inconveniente en los ciclos de seis años. Esto explica por qué en diferentes décadas se pueden encontrar huracanes con el mismo nombre, aunque se trate de tormentas distintas.

Qué sucede cuando se agotan los nombres

Cada lista de huracanes para el Atlántico contiene 21 nombres. No se incluyen letras como la Q, U, X, Y y Z debido a la escasez de nombres comunes con esas iniciales. En temporadas muy activas, cuando se generan más tormentas de las previstas, el sistema necesita un método de respaldo.

Hasta 2020, cuando se agotaban los nombres, se recurría al alfabeto griego, utilizando designaciones como Alfa, Beta, Gamma, etc. Sin embargo, esta práctica generó confusiones, especialmente en 2020, cuando hubo múltiples ciclones con nombres griegos en la misma temporada.

A partir de 2021, la OMM decidió eliminar el uso del alfabeto griego y reemplazarlo por una lista suplementaria de nombres que también se van rotando si es necesario. Esto facilita la comunicación y evita problemas en los reportes meteorológicos.

Importancia de nombrar a los huracanes

La práctica de asignar nombres a los huracanes tiene como principal objetivo mejorar la comunicación. Cuando un fenómeno natural de gran magnitud está en desarrollo, es crucial que los medios de comunicación, las autoridades y la población en general manejen un término sencillo y único para referirse a él.

Si solo se mencionaran coordenadas geográficas o fechas, la confusión sería inevitable. En cambio, al usar nombres como “Huracán Irma” o “Huracán María”, las advertencias llegan con mayor claridad a las comunidades.

Además, este sistema ayuda a los científicos y especialistas a organizar registros históricos de manera ordenada. Los informes, estadísticas y estudios climatológicos se simplifican enormemente al tener un identificador único para cada tormenta.

En definitiva, nombrar huracanes salva vidas, ya que la comunicación clara y rápida puede marcar la diferencia en la preparación y evacuación de las zonas en riesgo.

Enlaces de interés:

  1. Organización Meteorológica Mundial

  2. Centro Nacional de Huracanes

  3. Explicación del sistema de nombres de huracanes

  4. Servicio Meteorológico Nacional de México

  5. Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA)

  6. National Hurricane Center – Lista de nombres

Esta página web utiliza cookies    Más información
Privacidad
Verified by MonsterInsights