Enfermedades emergentes: escenarios para 2026
En 2026 el mundo entrará en una fase crítica frente a las enfermedades emergentes.
La pandemia de COVID-19 dejó una infraestructura de vigilancia sin precedentes, pero también sistemas de salud frágiles, desigualdad y fatiga social.
Hoy, el gran desafío no es solo evitar “la próxima pandemia”, sino gestionar múltiples amenazas a la vez: virus respiratorios, zoonosis, enfermedades transmitidas por vectores y la llamada “pandemia silenciosa” de la resistencia antimicrobiana.
Los organismos internacionales ya trabajan con modelos de escenarios prospectivos que combinan datos epidemiológicos, cambio climático, movilidad global y comportamiento social para anticipar lo que puede ocurrir en los próximos años.ECDC
A partir de estas tendencias, así podrían verse los escenarios para 2026.

Escenario 1: Convivencia prolongada con los coronavirus y otros virus respiratorios
Tras la fase aguda de la pandemia, la OMS presentó en 2025 un plan unificado para gestionar de forma integrada las amenazas por coronavirus: COVID-19, MERS y posibles nuevos linajes.Organización Mundial de la Salud
Esto anticipa que, en 2026, la pregunta ya no será si habrá nuevos brotes, sino cómo convivir con ellos de manera sostenible.
En un escenario moderado, veremos oleadas estacionales de COVID-19, similares a la gripe, impulsadas por subvariantes con ventajas de transmisión, pero con impacto controlado gracias a vacunas actualizadas, medicamentos orales y mejores protocolos en hospitales.
El riesgo aumenta si la vacunación cae por debajo de niveles críticos y crece el rechazo a las dosis de refuerzo, abriendo espacio para rebrotes con alta hospitalización en mayores y personas con comorbilidades.
En paralelo, otros virus respiratorios —influenza, virus sincicial respiratorio (VSR) y metapneumovirus— competirán por el mismo “espacio epidemiológico”.
En 2026 los sistemas sanitarios enfrentarán temporadas respiratorias más largas, con picos superpuestos que tensionarán guardias, camas críticas y recursos de diagnóstico.
La clave de este escenario será la vigilancia genómica continua, la capacidad de actualizar vacunas con rapidez y la coordinación entre países para compartir información y medidas de respuesta.
Escenario 2: Zoonosis y salto de especie: influenza aviar, mpox y nuevas sorpresas
Las zoonosis —enfermedades que saltan de animales a humanos— seguirán en el centro de la agenda.
La expansión global de influenza aviar H5 en aves y mamíferos ha generado cientos de brotes y casos humanos esporádicos, con letalidad elevada en determinados contextos.Organización Panamericana de la Salud+1
Aunque las agencias internacionales evalúan que el riesgo de transmisión sostenida entre humanos es todavía bajo a moderado, un cambio adaptativo podría modificar el panorama de forma abrupta.woah.org+1
Para 2026, un escenario probable es el de brotes localizados de gripe aviar en trabajadores expuestos a aves y granjas intensivas, especialmente en regiones donde coexisten criaderos industriales, aves migratorias y sistemas de vigilancia débiles.
La consecuencia sería la necesidad de campañas de vacunación selectiva, controles estrictos en mercados de animales vivos y protocolos de bioseguridad más exigentes.
Otra amenaza zoonótica es mpox (antes viruela del mono).
La circulación simultánea de diferentes linajes y la detección de variantes recombinantes combinando rasgos de clados más graves con otros más transmisibles muestra hasta qué punto el virus sigue evolucionando bajo presión ecológica y social.The Guardian+1
En 2026 podríamos ver rebrotes en redes sexuales específicas y en comunidades con vacunación incompleta, obligando a reforzar campañas de inmunización focalizadas y estrategias de comunicación sin estigmatización.
A estas amenazas se suman otros virus con potencial de sorpresa: arenavirus, henipavirus, nuevos hantavirus y patógenos emergentes identificados en proyectos de vigilancia ambiental.
La lección principal de este escenario es clara: la frontera entre salud humana, animal y ambiental prácticamente ha desaparecido, y la visión “Una sola salud (One Health)” dejará de ser un concepto teórico para convertirse en requisito operativo.
Escenario 3: Clima extremo, ciudades densas y auge de enfermedades transmitidas por vectores
Diversos estudios advierten que el cambio climático está ampliando la geografía de enfermedades como dengue, chikunguña, Zika, malaria y fiebre del Nilo Occidental.Universidad de Oxford+1
El aumento de temperaturas, las alteraciones en los patrones de lluvias y los eventos extremos facilitan la expansión de mosquitos como Aedes aegypti y Aedes albopictus hacia zonas donde antes no sobrevivían todo el año.
En 2025, múltiples informes registraron brotes importantes de dengue, chikunguña y malaria en distintas regiones del planeta, lo que sugiere que 2026 podría profundizar estas tendencias si no se refuerzan las medidas de control.scienceopen.com+1
En un escenario realista para 2026, muchas ciudades tropicales y subtropicales enfrentarán temporadas de dengue prácticamente permanentes, con picos epidémicos asociados a olas de calor y lluvias intensas.
Las zonas templadas, por su parte, verán brotes esporádicos transmitidos por mosquitos invasores, especialmente en barrios con infraestructuras precarias, sistemas de saneamiento defectuosos y alta densidad de población.
Aquí entran en juego las ciudades verdes y la planificación urbana.
Espacios con mejor gestión del agua, recolección de residuos, corredores bioclimáticos y viviendas adecuadas reducen los criaderos de mosquitos y amortiguan los efectos del calor extremo.
La combinación de vigilancia entomológica, sensores ambientales, mapas de riesgo y participación vecinal permitirá anticipar brotes y coordinar acciones rápidas, desde campañas de descacharrado hasta fumigaciones focalizadas.
Escenario 4: Resistencia antimicrobiana, la pandemia silenciosa que condiciona todas las demás
Mientras el mundo mira a los nuevos virus, la resistencia antimicrobiana (RAM) avanza como una ola silenciosa.
El uso masivo e inadecuado de antibióticos en humanos, animales y agricultura, sumado a aguas residuales sin tratar y a condiciones de hacinamiento, ha impulsado la aparición de bacterias multirresistentes.The Lancet+1
Un análisis global reciente proyecta que, si no se toman medidas drásticas, la RAM podría provocar millones de muertes anuales hacia 2050, superando otras causas tradicionales.The Lancet+1
Para 2026, el escenario más preocupante no es un “nuevo superpatógeno” específico, sino la acumulación de infecciones comunes que dejan de responder a los tratamientos estándar.
En hospitales, la RAM se manifiesta en neumonías intrahospitalarias, infecciones urinarias complicadas, sepsis posquirúrgicas y bacteriemias asociadas a catéteres.
fallos terapéuticos en infecciones habituales, lo que obliga a recurrir a fármacos más caros, más tóxicos o menos disponibles.
En 2026, las políticas más efectivas serán las que integren:
Programas de uso racional de antibióticos en hospitales y atención primaria.
Regulaciones estrictas sobre antimicrobianos en ganadería y agricultura.
Inversión en nuevos antibióticos, vacunas, diagnósticos rápidos y terapias alternativas.
Infraestructuras de saneamiento que reduzcan el vertido de antibióticos y bacterias resistentes al ambiente.
Este escenario demuestra que cada brote de enfermedad emergente se vuelve más peligroso en un mundo con menos antibióticos eficaces.

Escenario 5: Gobernanza global, tecnología y rol ciudadano en la próxima ola de emergencias sanitarias
Los escenarios para 2026 no dependen solo de la biología de los patógenos, sino de la respuesta social, política y tecnológica.
La experiencia reciente mostró que la misma amenaza puede generar resultados muy distintos según el nivel de confianza en las instituciones, la calidad de la información y la cohesión social.
En un escenario optimista, veremos:
Sistemas de alerta temprana que integren datos de hospitales, laboratorios, clima, movilidad y redes sociales.
Aplicaciones de inteligencia artificial capaces de detectar señales tempranas de brotes y apoyar la toma de decisiones.
Mayor inversión en salud pública de base, con equipos territoriales formados y remunerados, listos para rastrear contactos, vacunar y comunicar riesgos.
En un escenario más pesimista, las noticias falsas, la polarización política y el descrédito de la ciencia debilitarán las campañas de vacunación y las medidas de prevención, ampliando la brecha entre países y regiones.
El rol ciudadano será decisivo.
La adopción de hábitos de prevención —lavado de manos, uso responsable de mascarillas en temporadas críticas, vacunación oportuna, respeto de los aislamientos— marcará la diferencia entre brotes contenidos y crisis prolongadas.
También será clave la participación en procesos de planificación urbana, el apoyo a políticas ambientales y la defensa de sistemas de salud públicos robustos.
A nivel global, los próximos años estarán atravesados por debates sobre financiamiento internacional, propiedad intelectual de vacunas, transferencia de tecnología y soberanía sanitaria.
La forma en que se resuelvan estos temas entre 2025 y 2026 definirá si el mundo estará mejor preparado para la siguiente gran emergencia o si repetirá las lecciones no aprendidas.
En qué escenario queremos vivir
Los escenarios para 2026 no son profecías, sino mapas de riesgo.
El rumbo final dependerá de decisiones que se están tomando hoy: cómo se invierte en salud pública, qué políticas climáticas se implementan, cómo se regula el uso de antibióticos y cuánto se protege la ciencia frente a la desinformación.
Informarse en fuentes confiables como la Organización Mundial de la Salud, a través de su plan estratégico para coronavirus, Organización Mundial de la Salud
seguir la evolución de la gripe aviar en los reportes del CDC sobre influenza aviar H5 CDC
y revisar análisis científicos sobre cambio climático y enfermedades infecciosas, como el estudio coordinado por Oxford disponible en este enlace, Universidad de Oxford
es un primer paso para comprender la magnitud del desafío.
Pero el paso decisivo será transformar esa información en acción colectiva.
Si algo nos enseñaron las últimas crisis sanitarias es que cada persona, desde su barrio y su ciudad, forma parte de una red global de prevención y cuidado.
El 2026 que tendremos dependerá, en buena medida, de cómo actuemos desde hoy.




























