parasomnias-tipos-sintomas-y-tratamientos - 2025-08-16 - Portada 17

Parasomnias: Tipos, Síntomas y Tratamientos Efectivos



Parasomnias: Tipos, Síntomas y Tratamientos Efectivos

El mundo del sueño es un terreno vasto y a menudo inexplorado, un estado de la conciencia que ocupa aproximadamente un tercio de nuestra vida. Mientras que para la mayoría es un período de descanso y recuperación, para otros, el sueño puede convertirse en el escenario de eventos extraños y perturbadores. Estos fenómenos, conocidos como parasomnias, son comportamientos, movimientos o experiencias no deseados que ocurren mientras nos estamos quedando dormidos, durante el sueño o al despertar.

A diferencia de otros trastornos del sueño, como el insomnio o la apnea, las parasomnias no se centran en la cantidad o la calidad del sueño, sino en la conducta anómala que lo acompaña. Son, en esencia, manifestaciones de un cerebro que no está completamente «desconectado» de sus funciones motoras y de vigilia, provocando una serie de acciones que pueden ser inofensivas o, en casos más severos, peligrosas.

Prevalencia de las parasomnias

La prevalencia de las parasomnias es mayor de lo que se podría pensar, afectando a personas de todas las edades. Aunque son más comunes en la infancia, muchos de estos trastornos pueden persistir hasta la edad adulta o incluso aparecer por primera vez en la vida adulta, a menudo desencadenados por factores como el estrés, la falta de sueño o el consumo de ciertas sustancias.

La comprensión de estos fenómenos es crucial, no solo para quienes los experimentan, sino también para sus familiares y convivientes, quienes a menudo se sienten impotentes o asustados ante estos episodios. En este artículo, exploraremos en profundidad qué son las parasomnias, cuáles son sus tipos principales, cómo se manifiestan sus síntomas y qué opciones de tratamiento existen para gestionarlas de manera efectiva y segura. Es fundamental desmitificar estos trastornos y proporcionar información clara y precisa para ayudar a quienes los padecen a buscar la ayuda adecuada y mejorar su calidad de vida nocturna y diurna.

Parasomnias del sueño no-REM: Comportamientos durante el sueño profundo

Las parasomnias se clasifican principalmente según la fase del sueño en la que ocurren. El primer gran grupo son las parasomnias del sueño no-REM, que se manifiestan durante las fases de sueño más profundo (N3 o de ondas lentas). Durante estas etapas, el cerebro está en un estado de descanso profundo, pero ciertas áreas responsables del movimiento y la emoción pueden activarse de manera parcial, lo que lleva a comportamientos complejos sin que la persona esté completamente consciente.

Los episodios suelen ocurrir en el primer tercio de la noche, cuando el sueño profundo es más prevalente. La característica principal de estas parasomnias es la amnesia total o parcial de los eventos. La persona que los sufre rara vez recuerda lo que ha sucedido, lo que puede generar confusión y ansiedad en sus allegados.

El sonambulismo es, sin duda, la más conocida de estas parasomnias. Se trata de un trastorno que se caracteriza por la realización de actividades motoras complejas mientras la persona está dormida. Estas actividades pueden ser tan simples como sentarse en la cama y mirar alrededor con una expresión de desconcierto, o tan complejas y potencialmente peligrosas como caminar por la casa, salir al exterior, conducir un coche o manipular objetos.

Los ojos del sonámbulo suelen estar abiertos, pero la mirada es vidriosa y carente de expresión, como si estuviera en un trance. Despertar a un sonámbulo puede ser difícil y, aunque no es peligroso en sí mismo, puede provocar una reacción de confusión, desorientación o incluso agitación. El riesgo principal radica en que el sonámbulo puede caerse, tropezar o tener un accidente, por lo que la principal medida de seguridad es garantizar un entorno seguro y libre de obstáculos.

Terrores nocturnos

Otro tipo de parasomnias no-REM son los terrores nocturnos. Estos episodios son mucho más dramáticos que las pesadillas y se presentan con una activación fisiológica intensa. La persona se despierta súbitamente con un grito o un llanto de pánico, y presenta síntomas de miedo extremo como taquicardia, sudoración y respiración acelerada.

A menudo, la persona se sienta en la cama y parece estar aterrorizada, pero no responde a los intentos de consuelo y es difícil de despertar. A diferencia de las pesadillas, que son sueños vívidos con una narrativa aterradora, los terrores nocturnos no suelen estar asociados a un recuerdo consciente del evento. El episodio, que puede durar unos pocos minutos, termina con la persona volviendo a dormirse sin recordar nada de lo sucedido. Este trastorno es más común en niños pequeños, pero puede ocurrir en adultos y está fuertemente asociado con el estrés y la falta de sueño.

El despertar confusional es otra de las parasomnias no-REM. Es un estado de desorientación que ocurre al despertar bruscamente del sueño profundo. La persona se siente desubicada, no sabe dónde está ni qué hora es, y sus respuestas a los estímulos son lentas e incoherentes. Aunque puede confundirse con la simple inercia del sueño, en el despertar confusional el grado de desorientación es mucho mayor.

Puede presentarse con un comportamiento agitado o incluso agresivo, aunque por lo general es un estado transitorio y menos dramático que los terrores nocturnos. Es importante no confrontar a la persona en este estado, sino intentar tranquilizarla suavemente y permitirle que se reoriente por sí misma. Aunque la mayoría de estas parasomnias no-REM son autolimitadas, es crucial buscar ayuda profesional si se vuelven muy frecuentes, peligrosas o si persisten en la edad adulta. Puedes encontrar más información sobre las parasomnias en la Clínica Universidad de Navarra.

Parasomnias del sueño REM: Cuando los sueños cobran vida

El segundo gran grupo de parasomnias son las que ocurren durante el sueño REM (Rapid Eye Movement), la fase del sueño en la que se producen la mayoría de los sueños. Durante el sueño REM normal, el cerebro envía señales para paralizar temporalmente los músculos del cuerpo (atonía), evitando así que actuemos nuestros sueños.

Sin embargo, en las parasomnias REM, este mecanismo de parálisis se ve alterado o no funciona correctamente, permitiendo que la persona actúe los contenidos de sus sueños. Estos trastornos son particularmente intrigantes, ya que revelan una conexión directa entre el mundo onírico y la acción física. A diferencia de las parasomnias no-REM, en las que el comportamiento es a menudo automático y sin una narrativa clara, aquí el comportamiento está directamente relacionado con el sueño que se está experimentando.

Trastorno de conducta del sueño REM (TCSREM)

El trastorno de conducta del sueño REM (TCSREM) es el ejemplo más representativo de este grupo. Se caracteriza por la pérdida de la atonía muscular durante el sueño REM, lo que provoca que la persona actúe sus sueños de manera vívida y a menudo violenta. Los episodios suelen implicar gritos, puñetazos, patadas, saltos de la cama o gestos complejos. Los sueños que se actúan son generalmente de contenido amenazante o de defensa, como ser atacado por un animal o luchar contra un intruso.

A diferencia del sonambulismo, la persona con TCSREM suele despertar y recordar el sueño con mucho detalle, lo que le permite relatar lo que estaba ocurriendo en su mente en el momento de la acción. Este trastorno es más común en hombres mayores y, lamentablemente, a menudo se asocia con enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson o la demencia con cuerpos de Lewy, por lo que su aparición en la edad adulta requiere una evaluación médica exhaustiva.

Las pesadillas también se consideran un tipo de parasomnia REM, aunque son mucho más comunes e inofensivas. Una pesadilla es un sueño vívido y aterrador que provoca un despertar abrupto, dejando en la persona una sensación de miedo y angustia. A diferencia de los terrores nocturnos, la persona que tiene una pesadilla se despierta completamente consciente y recuerda el contenido del sueño con claridad.

Las pesadillas son frecuentes en todas las edades y pueden ser desencadenadas por el estrés, la ansiedad, la fiebre, ciertos medicamentos o traumas psicológicos. En los niños, las pesadillas son una parte normal del desarrollo, pero en los adultos, si son muy recurrentes y perturbadoras, pueden ser un indicativo de un problema emocional subyacente que requiere atención.

Parálisis del sueño

La parálisis del sueño es otra de las parasomnias REM, y es una de las experiencias más aterradoras que una persona puede experimentar. Se trata de un estado de incapacidad temporal para moverse o hablar que ocurre al despertar o al quedarse dormido. En este estado, la persona está consciente y despierta, pero el cerebro mantiene la parálisis muscular del sueño REM, lo que la deja completamente indefensa.

A menudo, la parálisis del sueño viene acompañada de alucinaciones vívidas, que pueden ser visuales, auditivas o táctiles, y que aumentan la sensación de miedo y vulnerabilidad. Estas alucinaciones suelen ser de la presencia de una figura amenazante en la habitación, lo que ha dado lugar a leyendas y mitos en diferentes culturas. Aunque la experiencia es muy angustiante, la parálisis del sueño es benigna y no representa un riesgo para la salud, a menos que esté asociada a un trastorno subyacente como la narcolepsia.

 

 

Otras parasomnias: Fenómenos extraños durante el sueño

Además de los dos grandes grupos de parasomnias (no-REM y REM), existen otros trastornos que no encajan claramente en estas categorías, pero que también se manifiestan durante el sueño. Estos fenómenos pueden ser igual de intrigantes y, en algunos casos, tan perturbadores como los mencionados anteriormente. La clasificación de estas parasomnias es a veces un desafío, ya que su etiología y la fase del sueño en la que ocurren pueden variar. Sin embargo, su impacto en la calidad del sueño y en la vida diaria de quienes las padecen es innegable.

Una de las parasomnias más comunes en este grupo es la enuresis nocturna, más conocida como el acto de mojar la cama. Aunque es muy frecuente en la infancia y se considera normal hasta cierta edad, cuando persiste en la adolescencia o la edad adulta, puede ser un síntoma de un problema subyacente.

La enuresis nocturna puede estar relacionada con una inmadurez del sistema de control de la vejiga, pero también puede ser un síntoma de una apnea del sueño, un trastorno neurológico o un problema psicológico. El tratamiento de la enuresis nocturna, cuando es un problema persistente, suele ser multifactorial y puede incluir terapias conductuales, alarmas de enuresis o, en algunos casos, medicamentos. Puedes encontrar información útil sobre este tema en el sitio web de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria.

Bruxismo del sueño

El bruxismo del sueño, o el hábito de rechinar los dientes, es otra de estas parasomnias. Aunque muchas personas rechinan los dientes de forma ocasional, en algunos casos el bruxismo puede ser severo y causar daños significativos en los dientes, dolor en la mandíbula y dolores de cabeza matutinos. Aunque se suele asociar al estrés y la ansiedad, el bruxismo del sueño también puede estar relacionado con otros trastornos como la apnea del sueño. El tratamiento suele incluir el uso de una férula dental durante la noche para proteger los dientes y, en casos más severos, la búsqueda de la causa subyacente para gestionarla.

El síndrome de la cabeza explosiva es una de las parasomnias más extrañas y menos conocidas. Se caracteriza por la percepción de un ruido fuerte e imaginario, como una explosión, un disparo o el sonido de un plato rompiéndose, que ocurre justo cuando la persona está a punto de dormirse o al despertar.

La experiencia es aterradora, ya que la persona cree que ha ocurrido un evento real, aunque en realidad no hay ningún sonido externo. La causa exacta de este síndrome no se conoce, pero se cree que puede estar relacionado con una activación anómala de las neuronas que controlan la audición durante la transición entre la vigilia y el sueño. A pesar de lo perturbadora que puede ser, esta parasomnia es inofensiva y autolimitada.

Diagnóstico y causas de las parasomnias

El diagnóstico de las parasomnias comienza con una historia clínica detallada. El médico, a menudo un especialista en sueño, preguntará sobre la frecuencia y la naturaleza de los episodios, el historial familiar de trastornos del sueño, los hábitos de sueño y cualquier otro síntoma diurno como la somnolencia excesiva o la fatiga. Es de gran ayuda si un familiar o pareja puede proporcionar información sobre lo que ocurre durante la noche, ya que la persona que sufre la parasomnia a menudo no lo recuerda. En algunos casos, se puede pedir al paciente que lleve un diario de sueño para registrar la frecuencia y el tipo de los episodios. Para más información puedes consultar al Fleni.

Para confirmar el diagnóstico y descartar otros trastornos, se pueden realizar estudios más avanzados. La polisomnografía es el estudio más completo del sueño. En este examen, se colocan electrodos en la cabeza y el cuerpo para registrar la actividad cerebral (electroencefalograma), los movimientos oculares, el tono muscular, la frecuencia cardíaca y la respiración durante toda la noche. Este estudio es particularmente útil para diferenciar las parasomnias de otros problemas como las convulsiones nocturnas y para diagnosticar trastornos como el trastorno de conducta del sueño REM o el sonambulismo. La polisomnografía también puede ayudar a identificar si hay otros trastornos del sueño coexistentes, como la apnea del sueño, que pueden ser un factor desencadenante de las parasomnias.

Causas de las parasomnias

Las causas de las parasomnias son variadas y, a menudo, multifactoriales. La predisposición genética juega un papel importante. Se ha observado que muchos de estos trastornos, como el sonambulismo o los terrores nocturnos, son más comunes en familias donde hay antecedentes de parasomnias. La falta de sueño es otro factor desencadenante común. Cuando una persona está privada de sueño, el cerebro puede tener dificultades para mantener un estado de sueño estable, lo que aumenta la probabilidad de que ocurran episodios de parasomnia.

El estrés, la ansiedad y la fatiga también pueden aumentar la frecuencia y la severidad de los episodios. Ciertos medicamentos, como algunos antidepresivos o sedantes, y el consumo de alcohol o drogas, también pueden ser un factor de riesgo. Por último, algunos trastornos médicos, como el reflujo gastroesofágico, la apnea del sueño o las enfermedades neurodegenerativas, pueden ser la causa subyacente de las parasomnias y deben ser investigados. La información sobre estos temas puede ser consultada en el Manual MSD.

Tratamientos efectivos para las parasomnias

El tratamiento de las parasomnias varía en función del tipo de trastorno, la severidad de los síntomas y la presencia de factores desencadenantes o de riesgo. El primer paso siempre es la identificación y el manejo de los factores subyacentes. Si la causa es la falta de sueño, se deben mejorar los hábitos de higiene del sueño para garantizar un descanso adecuado. Esto incluye establecer un horario de sueño regular, evitar la cafeína y el alcohol antes de dormir, y crear un ambiente de descanso oscuro y tranquilo. Si el estrés es el desencadenante, se pueden recomendar técnicas de relajación, terapia cognitivo-conductual o, en casos más severos, la consulta con un terapeuta.

En el caso del sonambulismo y los terrores nocturnos, la medida más importante es garantizar la seguridad del entorno. Se deben retirar objetos peligrosos o frágiles, asegurar las ventanas y puertas, y colocar alarmas para alertar a los cuidadores si la persona se levanta de la cama. En algunos casos, se puede intentar la técnica del «despertar programado», que consiste en despertar suavemente al paciente unos 15-30 minutos antes de la hora en que suelen ocurrir los episodios, con el objetivo de interrumpir el ciclo de sueño profundo. Si los episodios son muy frecuentes o peligrosos, se pueden recetar medicamentos como las benzodiacepinas, que ayudan a consolidar el sueño profundo y a reducir la frecuencia de los episodios.

Trastorno de conducta del sueño REM

Para el trastorno de conducta del sueño REM, el tratamiento farmacológico es a menudo la primera línea de acción. El medicamento más comúnmente utilizado es el clonazepam, que ha demostrado ser muy efectivo para reducir o eliminar los episodios. Dado que este trastorno puede ser un indicio de una enfermedad neurodegenerativa subyacente, el tratamiento de la causa principal también es de vital importancia.

El manejo de las parasomnias de este tipo es crucial para prevenir lesiones y mejorar la calidad de vida, tanto del paciente como de su pareja, ya que los movimientos violentos pueden ser perjudiciales para ambos. Para más información sobre este y otros temas relacionados con los trastornos del sueño, el sitio web de Medwave puede ser de gran ayuda.

Finalmente, para otras parasomnias como la parálisis del sueño o las pesadillas recurrentes, el tratamiento suele ser más conservador. En el caso de la parálisis del sueño, la educación y la tranquilidad son clave. Entender que el fenómeno es benigno y transitorio puede ayudar a reducir el miedo y la ansiedad. Evitar la privación de sueño y el estrés también puede disminuir la frecuencia de los episodios.

Para las pesadillas recurrentes, se puede intentar la terapia de ensayo de imágenes, en la que la persona reescribe mentalmente el final de la pesadilla de forma positiva, reduciendo así la angustia. En casos de pesadillas asociadas al estrés postraumático, se requiere la intervención de un psicoterapeuta especializado. En general, el enfoque terapéutico de las parasomnias es individualizado, y la consulta con un especialista en sueño es siempre la mejor opción para obtener un diagnóstico preciso y un plan de tratamiento adecuado. También puedes visitar el sitio web de la revista SciELO México para leer más artículos sobre el tema.

Prevención y manejo en el hogar: Consejos prácticos

La gestión de las parasomnias no se limita solo a la consulta médica y al tratamiento farmacológico, sino que también requiere un enfoque proactivo en el entorno del hogar. La prevención y el manejo adecuado pueden marcar una gran diferencia en la calidad del sueño y en la seguridad de la persona que las padece. La higiene del sueño es la piedra angular de cualquier estrategia de prevención. Establecer una rutina regular para ir a la cama y despertar, incluso los fines de semana, ayuda a regular el reloj interno del cuerpo y a consolidar las fases del sueño. Es fundamental crear un ambiente propicio para el descanso, que sea oscuro, silencioso y a una temperatura agradable.

Además de la higiene del sueño, es importante evitar los desencadenantes. El consumo de alcohol y cafeína, especialmente en las horas previas a dormir, puede fragmentar el sueño y aumentar la probabilidad de que ocurran las parasomnias. El estrés y la ansiedad son otros desencadenantes clave, por lo que incorporar técnicas de relajación, como la meditación, la respiración profunda o el yoga, en la rutina diaria puede ser muy beneficioso. En el caso de los niños, establecer una rutina relajante antes de dormir, como un baño caliente, leer un cuento o escuchar música tranquila, puede ayudar a prevenir los terrores nocturnos y otros episodios.

Movimientos o comportamientos peligrosos

Para aquellas parasomnias que implican movimientos o comportamientos peligrosos, la seguridad del hogar es la máxima prioridad. Si un miembro de la familia es sonámbulo, es esencial asegurar que las puertas y ventanas estén cerradas con llave, retirar objetos afilados o frágiles del camino, y colocar alarmas en las puertas para alertar si la persona sale de la habitación.

En el caso del trastorno de conducta del sueño REM, se pueden colocar barreras acolchadas alrededor de la cama o dormir en una cama baja para evitar caídas y lesiones. Es fundamental que los familiares y convivientes de una persona con parasomnia reciban información adecuada y sepan cómo reaccionar durante un episodio. Deben evitar despertar bruscamente a la persona, ya que esto puede causar confusión o agitación. En su lugar, deben guiarla suavemente de regreso a la cama o asegurarse de que no se haga daño.

La educación y la comunicación son también herramientas poderosas. Hablar abiertamente sobre las parasomnias con los familiares y la pareja puede reducir el miedo y la incomprensión. Para los niños que experimentan pesadillas o terrores nocturnos, tranquilizarlos y hacerles entender que están a salvo puede ayudar a reducir el impacto emocional de los episodios. Aunque las parasomnias pueden ser perturbadoras, con el enfoque correcto y el apoyo adecuado, se pueden gestionar de manera efectiva, mejorando la calidad del sueño y la vida de quienes las experimentan. La comprensión de estos fenómenos es el primer paso hacia una noche de descanso reparador.



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