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Portaaviones estadounidenses apostados para atacar Corea del Norte


Corea del Norte dice que el despliegue sin precedentes de tres grupos de portaaviones estadounidenses «adoptando una postura de ataque».

Es imposible predecir cuándo estallará una guerra nuclear.

00  Portaaviones estadounidenses: Corea va a todo o nada  00

En septiembre, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y el líder norcoreano Kim Jong Un, estaban intercambiando insultos. Trump lo llamó al líder norcoreano «idiota mentalmente trastornado».

Corea del Norte ha llamado a Donald Trump un «Gamberro» y un «lunático» después de que los EE. UU. pusieran a sus bombarderos nucleares en alerta las 24 horas, por primera vez desde el final de la Guerra Fría. Los aviones B-52 pronto podrían encontrarse cargados de armas nucleares. Apostados al lado de las pistas de las bases aéreas esperan la orden de ataque.

La agencia de noticias del gobierno de Corea del Norte dijo: «Los dignatarios de la Casa Blanca y los Departamentos de Estado y Defensa de Estados Unidos están teniendo dificultades para enfriar a Trump de la fiebre de guerra, pero solo las fuerzas títeres de Corea del Sur están avivando a los lunáticos, tocando un botón nuclear».

El embajador de Corea del Norte ante la ONU, Ja Song Nam, dijo en una carta al secretario general Antonio Gutteres: «Los ejercicios militares conjuntos están creando la peor situación en la península».

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También dijo que Estados Unidos ha reactivado las salidas de 24 horas con bombarderos estratégicos B-52 con capacidad nuclear «que existían en la Guerra Fría». Ja dijo que «los ejercicios y chantajes de guerra nuclear a gran escala, que EE. UU. organizó durante un año entero sin interrupción, hacen que uno concluya que la opción que hemos tomado es la correcta y debemos avanzar hasta el final». Por supuesto, Estados Unidos no apretó el gatillo.

Nixon encontró lo que cada presidente ha encontrado: las soluciones para Corea del Norte son todo o nada: La nación norcoreana es demasiado amenazadora para atacar con pequeñas medidas militares.  Las estrategias realmente efectivas se basarían en ataques militares masivos usando armas de destrucción masiva. Kissinger llamó a este dilema «el extremo de las posibilidades».

Hoy podemos aprender algunas lecciones nefastas sobre lo que ha cambiado en Asia (y lo que no) al comparar lo que sabemos sobre los planes de Nixon con la situación actual. Todos los presidentes han llegado a este momento con Corea del Norte. Ahora que es su turno, Trump ha movido activos nucleares alrededor del tablero de ajedrez global. Tal vez es una muestra de habilidad arriesgada. Tal vez él realmente se está preparando para la acción.

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En cualquier caso, es comprensible que muchas personas se preocupen por su uso real. Menos se preguntan por qué y cómo el Pentágono los emplearía. Ahí es donde aparece el memorando de Nixon, como un trampolín de esta inquietante conversación. El plan nuclear de Nixon para Corea del Norte se llamaba Operation Freedom Drop.

El memorando que lo concibió fue llamado: «Plan de Contingencia Nuclear para Corea del Norte». Tenía el propósito declarado de «proporcionar opciones precoordinadas para el uso selectivo de armas nucleares tácticas en Corea del Norte». Ahora, la jerga se vuelve obtusa y polémica aquí. Pero cualquier ataque nuclear que no implique reducir ciudades enteras a cenizas es «táctico».

En 1969 y en 2017, el objetivo del Pentágono no era exterminar las ciudades de Corea del Norte y reasentar la tierra, un par de cientos de años después. Más bien, el plan era usar armas nucleares de pequeño rendimiento, para eliminar al peligroso ejército norcoreano.

Las notas de Nixon muestran que el Pentágono no vio una manera fácil de destruir la fuerza aérea de Corea del Norte, sin recurrir a una guerra más amplia en toda la península.

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Había demasiadas bases aéreas para atacar. Sin embargo, no tenían suficientes aviones estadounidenses, para sobrevolarlas sin arriesgar una campaña prolongada y grandes bajas. El Departamento de Defensa se negó a discutir planes de contingencia u otros sistemas de armas en el noreste de Asia.

Dijo un funcionario estadounidense: «El ejército de EE. UU. debe mantener un alto estado de preparación para contrarrestar cualquier amenaza, incluida la de Corea del Norte». La orden preparada para las fuerzas estadounidenses, vino en los talones de una serie de lanzamientos de misiles provocativos y una prueba nuclear por parte de norcorea.

El 3 de julio Corea del Norte lanzó un misil balístico intercontinental, capaz de alcanzar territorio estadounidense. Dos meses después, Corea del Norte probó lo que describió como un arma termonuclear. Si eso es cierto, aumentaría enormemente el poder destructivo del arsenal nuclear de Pyongyang.

El secretario de Defensa James Mattis advirtió que cualquier amenaza a Estados Unidos, incluido el territorio de Guam, o a los aliados de Estados Unidos se encontraría con «una respuesta militar masiva». Y Mattis dijo el mes pasado que esa respuesta no debe poner en peligro a EE. UU. Ni tampoco a los civiles de Corea en Seúl, pero se negó a decir cuáles podrían ser esas opciones militares.

Washington realizó simulacros militares con aliados de Corea del Sur y Japón. Envió submarinos de ataque a puertos de Corea del Sur y bombarderos estratégicos sobre Corea del Sur y fuera de la costa norcoreana.

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Sin embargo, Kim y sus predecesores han evitado el último enfrentamiento a pesar de muchas escaramuzas de baja intensidad a lo largo de los años. Esa es una señal de que el régimen tiene un enfoque general en la supervivencia, dijo Yong Suk Lee, vicedirector asistente en el nuevo Centro Misionero de Corea de la CIA.

La última persona que quiere un conflicto es en realidad Kim Jong Un. Quiere gobernar pacíficamente por un largo tiempo y morir, dijo Lee. Tomar los Estados Unidos «no es propicio para su longevidad».

Los periodistas le preguntaron a Song sobre el riesgo de una guerra contra Corea del Norte. Dijo que los ministros de defensa aportan una perspectiva especial al problema. «Entendemos el peso mismo de participar en una guerra», dijo a través de un traductor. «Como tal, haremos todos los esfuerzos necesarios para resolver el problema de la manera más económica y diplomática posible».

Si el primer intento del mundo de una «guerra nuclear limitada» sigue siendo limitada, depende de la efectividad de los misiles de crucero y más aún, de la recolección de inteligencia.

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No necesitaría muchos lanzadores balísticos móviles ocultos, para sobrevivir al primer ataque para causar estragos en las principales ciudades asiáticas. Entonces el juego nuclear de Corea del Norte es todo o nada.

La sabiduría convencional ha sido que los EE. UU. y sus aliados en el área necesitan lanzar un ataque masivo, con todos sus riesgos, o ningún ataque en absoluto. Las palabras de los presidentes Trump y del presidente japonés Abe han sido estridentes. Pero las palabras están respaldadas por movimientos de hardware militar.

Entonces la pregunta sigue siendo: ¿Hará Trump la última apuesta haciendo que el uso de pequeñas armas nucleares, sea parte de una respuesta, o incluso un primer ataque? ¿Cuántas vidas están en juego, dependiendo de la respuesta?

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