Como ocultan los laboratorios farmacéuticos los peligros de las vacunas

La hipótesis nula en este caso sería: “No hay una conexión causal entre las vacunas y sus presuntos efectos secundarios adversos a corto plazo y a largo plazo”.

Si vamos a probar esta hipótesis, nos gustaría probar aleatoriamente los sujetos de investigación. Una muestra de 100.000 personas quizás, ayudaría a excluir otros factores y dividir a los sujetos en dos grupos.

Un grupo recibirá la vacuna y el otro grupo recibiría una dosis de solución salina. Ambos grupos entonces serían monitoreados durante al menos cuatro semanas. Se observaría si los efectos secundarios a corto plazo fueron más prevalentes en el grupo vacunado que en el grupo placebo. Para determinar si existe o no una relación causal entre las vacunas y las complicaciones médicas a largo plazo sería un poco más difícil.

No obstante, si un grupo de sujetos recibió un placebo y el otro ha recibido la vacuna, sería posible enviar por correo un cuestionario a los seleccionados al azar y a los padres que han elegido para inmunizar a sus hijos y al grupo de igual tamaño que recibió el placebo.

Una entrevista telefónica también podría tener lugar. Este sería un buen punto de partida. Se vería si hay diferencias en la salud a largo plazo en el desarrollo de los niños vacunados en comparación con el de los niños no vacunados.

Si no se encuentran diferencias significativas entre los dos grupos, ya sea en el corto plazo o largo plazo, entonces las facciones pro-vacunas pueden regocijarse. Se habría refutado las alegaciones de los anti-vacunadores.

Se hubiera demostrado que la vacuna en cuestión no causa complicaciones a corto o a largo plazo. Si los investigadores quisieran saber la verdad de los efectos de las vacunas, sería bastante fácil de descubrir.

Veamos la metodología que utilizan las industrias farmacéuticas para obtener los resultados que desean. Aquí tenemos, como se explica en el prospecto para la vacuna contra la hepatitis B:

Diez estudios que incluyeron 2.252 sujetos no mostraron diferencias significativas en la frecuencia o la gravedad de las reacciones adversas entre ENGERIX-B y vacunas derivadas de plasma.

Deberían haber inyectado un grupo con la vacuna y el otro con un placebo no vacuna (es decir, solución salina).

Lo que la empresa farmacéutica hizo en cambio, fue inyectar un grupo con la vacuna contra la hepatitis B y el otro grupo con una vacuna diferente. Luego se supervisaron ambos grupos y se encontró que los destinatarios de su vacuna no tuvieron. “Ninguna diferencia significativa en la frecuencia o la gravedad de las experiencias adversas” en comparación con los receptores de otras vacunas.

Qué no dice nada, en realidad. Imagínese a McDonald haciendo alarde que sus Big Macs “no son más letales que el Whopper”. Esto es lo que hacen exactamente las compañías farmacéuticas.

Para evitar las preguntas sobre reacciones adversas de las vacunas, anuncian que su vacuna no provoca más reacciones adversas que otras vacunas.Pero no se equivoque al respecto: las reacciones adversas se produjeron en ambos grupos.