Un nuevo libro expone la oscura historia nazi
Algunas de las dinastías sociales más ricas de Alemania acumularon sus riquezas durante el reinado de terror de Adolfo Hitler y luego usaron esas fortunas para comprar acciones en algunas de las compañías más grandes de la actualidad, según un nuevo libro.
«Nazi Billionaires», del periodista de investigación David de Jong, revela las oscuras historias detrás de la forma en que las familias más ricas de Alemania (los Quandt, los Flick, los von Finck, los Porsche-Piech) amasaron sus fortunas y poder, principalmente al permitir que Hitler Tercer Reich. Además, el libro de de Jong también muestra cómo la riqueza duradera de las familias ha llevado a posiciones de influencia entre varias de las marcas más grandes y duraderas del mundo.
“Su legado radica en los bienes de consumo omnipresentes y las marcas de automóviles queridas en todo el mundo, como BMW, Mercedes Benz, Porsche y Volkswagen, Audi, Lamborghini y Rolls-Royce”, informa el Daily Mail del Reino Unido. “La familia ultrasecreta Reimann posee la participación mayoritaria en empresas como: Snapple, Dr Pepper, Krispy Kreme donuts, Peet’s Coffee, Einstein Bros. Bagels, Stumptown Coffee Roasters, Keurig Green Mountain, Panera Bread y Pret A Manger. También tienen un pie firme en el mercado de la moda de lujo con Bally y Jimmy Choo”.
El libro también revela que el imperio Oetker también incluye a la cervecera más grande del país, Radeberger, y revela una cartera de los hoteles de lujo más exclusivos del mundo, como el Hotel de Cap-Eden-Roc, Le Bristol Paris y The Brenners Park Spa Hotel. en Baden-Baden, Alemania.
El informe agrega: El libro detalla cómo unos pocos magnates oportunistas se enriquecieron con la corrupción, la crueldad y el botín del virulento antisemitismo. Expandieron sus imperios apoderándose por la fuerza de los activos de propiedad judía en un proceso conocido como ‘arianización’ y aumentaron los márgenes de ganancia a través del trabajo esclavo gratuito de los campos de concentración.
En los años transcurridos desde la Segunda Guerra Mundial, estas escurridizas familias alemanas han ignorado sus asociaciones con las empresas que armaron y alimentaron a los soldados nazis, pero su servicio a la causa de Hitler continúa brindando una vida de lujo para sus beneficiarios hoy en día con castillos, barcos, jets privados. , chalets de esquí y arte caro.
En Alemania, que es ampliamente visto como un país conocido por ser un modelo de contrición y recuerdo , los nombres de estas dinastías continúan adornando edificios y están asociados con fundaciones, premios y becas.
“Soy capitalista”, declaró Verena Bahslen, de 26 años, heredera de un imperio de galletas, en mayo de 2019. “Soy dueña de una cuarta parte de Bahlsen y también estoy feliz por eso. Debe seguir perteneciéndome. Quiero ganar dinero y comprar yates de vela con mis dividendos y esas cosas”.
Al tono insultante se suma una afirmación de Bahlsen de que su compañía no tenía nada de qué avergonzarse, ya que durante el reinado de Hitler “pagábamos a los trabajadores forzados lo mismo que a los alemanes y los tratábamos bien”.
Pero de Jong señaló que Bahslen es solo uno de varios vástagos alemanes que «eluden un ajuste de cuentas completo con la oscura historia que mancha sus fortunas».
“La guerra fue lucrativa para los jefes industriales de Alemania, que engordaron económicamente apoyando al Tercer Reich”, informó el Daily Mail. “Günther Quandt era el fabricante de armas y municiones más importante de Alemania, Friedrich Flick controlaba el mayor conglomerado de acero, carbón y artillería, [mientras] Albert Reimann se jactaba en una carta a Heinrich Himmler de que su empresa química era ‘una empresa familiar puramente aria que es más de 100 años’”.
Tras la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial, los aliados victoriosos impusieron una combinación de condiciones humillantes a Alemania que incluyen reparaciones de guerra y límites estrictos en el tamaño de las fuerzas armadas del país. Eso condujo a una ola de descontento político y económico que llevó a Hitler a la cancillería en 1933.
En los años anteriores, hizo incursiones con las familias y los empresarios más ricos de Alemania en un intento por promover y apuntalar al partido nazi. Las empresas mantendrían bajos sus costos operativos ‘empleando’ trabajadores forzados de los campos de concentración para satisfacer la interminable demanda de suministros, municiones, uniformes, alimentos y, por supuesto, armas.
“Décadas más tarde, su servicio a la causa de Hitler continúa brindando el lujo de sus beneficiarios hoy en día con botes, jets privados, chalets de esquí, costosas colecciones de arte y casas en todo el mundo”, informa el Daily Mail, citando la bien investigada obra de de Jong. libro.
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